miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los olores pueden modificar directamente nuestro comportamiento y las funciones corporales.

Hoy al despertar la casa olía a café y tostadas. Esa fragancia me recordó a mis madrugones en Barcelona. Solo faltaba el olor a la colonia de mi padre.
Sí, oler el café, las tostadas y la colonia, significaba haberme despertado a las 6 de la mañana por los nervios de irme de excursión con el colegio, acabar los deberes, estudiar para el examen o pasar a limpio alguna práctica de la universidad... Implicaba por tanto morirse de sueño, tener dolor de barriga y por supuesto, prisas, prisas de ultima hora.
Después esa misma fragancia se convirtió en algo cotidiano que si por motivo alguno no olía por la mañana, significaba que me había quedado dormida y llegaba tarde a trabajar.
Creo que la podré recordar toda mi vida aunque no la vuelva a sentir mas. Igual si, pero no de esa misma manera y a esa hora en que luna y sol disputan. Papá ya no sale de casa a las 7 y yo ya no tengo deberes de ciencias naturales que acabar a las 6 d la mañana.

Waky^

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